La represión que existe dentro de Nicaragua hacia las distintas denominaciones religiosas sigue creciendo, esta vez le prohibió celebrar el día de la Biblia en las calles a todos los cristianos del país.

Según 100% Noticias, un canal nicaragüense, el presidente Daniel Ortega habría impedido que los creyentes pudieran celebrar este día, por lo que los permisos que los grupos pidieron a la Policía Nacional no fueron concedidos bajo el argumento de “protección a los participantes”.

Todos los años en el último día de Septiembre, los cristianos del país se reúnen para celebrar y honrar la palabra de Dios en las calles, pero esta vez se les negó toda participación, e incluso pastores confirmaron la negativa.

“Si a nivel nacional hay una orientación que no hay permiso para marcha, ni concentración en celebración del día de la Biblia, lo mismo que están haciendo con la Iglesia Católica porque están prohibiendo toda actividad masiva pública en las calles”, dijo un pastor que quiso mantener su identidad anónima por temor a represalias por parte de las autoridades.

El mismo medio de información, 100% Noticias, publicó parte de una misiva que le hicieron llegar el Consejo Nacional de Pastores Evangélicos de Nicaragua, expresándose al respecto de dicha situación.

“Por medio de la presente estamos informando que por orientaciones de las autoridades civiles no se celebrará el 453 aniversario de la traducción de la Biblia al Castellano, ellos expresan que la razón es seguridad de los participantes, por tal razón invitamos a cada uno de ustedes a realizar sus celebraciones en sus templos, elevar oraciones a Dios para que podamos vivir quieta y reposadamente”, dice la carta que se envió a todos los líderes del país.

“Para hacer desfiles o marchas no hay permisos. Es una orientación a través de la policía porque a ellos se les hace la solicitud. Es una orientación general”, manifestó un pastor desde Matagalpa.

Asimismo explicaron que a los pastores solo se les está permitiendo que realicen ese tipo de actividades dentro de sus iglesias “sin salir a las calles”, “No hay celebración del día de la Biblia que lo tienen que hacer dentro de la iglesia, es decir que si hay alguna celebración tiene que ser interna dentro de los templos cada iglesia”, dijeron los pastores que compartieron información al respecto.

Los líderes que se mantienen bajo el anonimato manifiestan que “es el régimen de Ortega Murillo el que inició la persecución contra la iglesia en Nicaragua”, “Esto viene de arriba directamente de la bruja que está en Nicaragua”.

De la misma manera en que se lo prohibieron a los cristianos, a la comunidad católica se le impidió la celebración en las calles de las fiestas patronales anuales de San Jerónimo en la ciudad de Masaya, las cuales son realizadas desde Septiembre hasta Diciembre.
18 abr, 2024
«Por causa del fuerte viento que soplaba, el lago estaba picado. Habrían remado unos cinco o seis kilómetros cuando vieron que Jesús se acercaba a la barca, caminando sobre el agua, y se asustaron. Pero él les dijo: “No tengan miedo, que soy yo”» (Juan 6:18-20 NVI). Cuando estamos en medio de una tormenta, buscando una solución a un problema apremiante, solo intentamos atravesarlo, o salir de él, o alejarnos de él. Durante esos momentos de la vida, es fácil concentrarse tanto en el problema—lo que sea que lo esté causando—que nos perdemos lo que está pasando en medio de él. Miramos nuestros recursos, y el tamaño de la tormenta, y no vemos una solución. A menudo, perdemos la perspectiva de que «nosotros no podemos, ¡pero tú sí, Jesús!». Los problemas que enfrentamos son oportunidades para que Cristo demuestre que lo que no podemos hacer, ¡Él sí puede! En Juan 6:1-13, leemos de un acontecimiento en que Jesús alimentó a una multitud. Una gran multitud se había reunido para escucharlo. Los discípulos vieron el hambre de la gente, pero no vieron una solución. Cuando Jesús preguntó: «¿Dónde vamos a comprar pan para que coma esta gente?». Felipe respondió: «¡Ni con el salario de ocho meses podríamos comprar suficiente pan para darle un pedazo a cada uno!» (versículos 5-6 NVI). Los discípulos vieron el problema, pero no reconocieron quién estaba con ellos. Jesús intervino, la necesidad fue satisfecha, y la gente fue milagrosamente alimentada en abundancia. En el proceso, los discípulos aprendieron que Cristo podía hacer lo que ellos no podían. Lo mismo ocurre en nuestras vidas cuando nos sentimos abrumados y no vemos ninguna solución a la vista. Necesitamos recordar que Jesús está con nosotros. No estamos solos o sin ayuda. Lo que nos desconcierta no desconcierta a Cristo. Él nunca se deja desconcertar por nuestros problemas y tiene las soluciones. Jesús intervino en medio de esa «tormenta». Pero en Juan 6:16-21, vemos cómo intervino en un tipo diferente de tormenta, del tipo más literal. Los discípulos estaban en un bote en medio de una tormenta aterradora. Estaban seguros de que se hundirían y gritaron sus oraciones de ayuda. Pero no escucharon nada. Si Jesús estuviera con ellos en la barca... pero no lo estaba. El momento tenía todos los elementos de una crisis. La tormenta controlaba a los discípulos y los mantenía con miedo. Pero entonces ocurrió lo inimaginable. Los discípulos en la barca «cuando vieron que Jesús se acercaba a la barca, caminando sobre el agua, y se asustaron. Pero él les dijo: “No tengan miedo, que soy yo”» (Juan 6:19-20 NVI). Jesús se acercó a ellos en medio de las tormentas y les dijo que no tuvieran miedo porque él—Dios mismo—estaba con ellos. «Así que se dispusieron a recibirlo a bordo, y en seguida la barca llegó a la orilla adonde se dirigían» (versículo 21 NVI). En el momento en que los discípulos invitaron a Cristo a subir a la barca, llegaron a la orilla. Las tormentas también pueden dominar nuestras vidas. Así como no tenemos autoridad sobre las tormentas de la naturaleza, tampoco tenemos autoridad sobre las tormentas de la vida. Pero cuando no vemos nada más que oscuridad y nos preguntamos si Dios está cerca, debemos recordar que nuestra mayor necesidad es su presencia. Sí, queremos que la tormenta pase. Sí, queremos que los vientos se calmen. Pero sí, sí, sí, queremos saber, necesitamos saber, y debemos saber, que nuestro gran Dios está cerca. Hoy, sigue el ejemplo de los discípulos y dale la bienvenida a Jesús en medio de tu tiempo turbulento. No dejes que la tormenta dirija hacia adentro. Deja que te dirija hacia arriba. No intentes capear el temporal solo. Rema la barca y saca el agua, pero sobre todo pídele a Cristo que entre en tu barco que se hunde. Cree que nunca estás solo, que tu Dios milagroso te ve, se preocupa por ti y llegará para socorrerte. Él sigue siendo el gran YO SOY. La próxima vez que ores: «¿Será que alguien podrá ayudarme?»... escucha la respuesta de Jesús: «Yo estoy contigo en la tormenta». Responde ¿Cómo has visto que una tormenta se haya convertido en una oportunidad para que Cristo haga un milagro en tu vida? ¿Te gustaría ver tu fe expresada en una tormenta que estás enfrentando ahora? ¿Cómo te consuela la presencia de Jesús en medio de tu tormenta? ¿Cómo afecta la manera que respondes a tus circunstancias la realidad de su presencia?
17 abr, 2024
En el lapso de 12 horas del martes cayeron casi 100mm (4 pulgadas) de lluvia en Dubái, cantidad equivalente a lo que normalmente recibe la ciudad en un año entero según la ONU. La intensidad de la lluvia obligó a algunos conductores a abandonar sus vehículos al ver que las carreteras se convertían en ríos debido al aumento del nivel del agua. La lluvia en Dubái forma parte de un sistema de tormentas más grande que afecta a la Península Arábiga y se desplaza hacia el golfo de Omán, trayendo también un clima inusualmente húmedo a Omán y el sureste de Irán. En los Emiratos Árabes Unidos, donde Dubái se encuentra, el clima es cálido y seco, por lo que las lluvias son poco frecuentes y la infraestructura no está preparada para eventos extremos como este. La fuerte lluvia que cayó el martes fue muy intensa. Estos eventos de lluvias torrenciales se volverán más comunes debido al cambio climático causado por el ser humano. A medida que la atmósfera se calienta, puede retener más humedad y liberarla en forma de lluvias intensas.
17 abr, 2024
«El hombre creyó lo que Jesús le dijo, y se fue» (Juan 4:50 NVI). Sentirse atascado es una sensación de impotencia y desesperanza. Pero aunque a veces nos sintamos atascados, nuestras circunstancias nunca son un obstáculo para Jesús. Quiere ayudarnos a desatascarnos, sin importar la razón por la que nos quedamos atascados en primer lugar. Vemos esto en los dos siguientes milagros que relata Juan. Se trata de dos hombres que necesitaban desesperadamente un milagro: un funcionario de Capernaúm y un hombre enfermo en el estanque de Betesda. Ambos hombres estaban atascados, pero por razones diferentes. En Juan 4:43-54, leemos acerca de un funcionario cuyo hijo estaba muy enfermo. Había hecho todo lo que podía por su hijo, pero había llegado al final de sus recursos. Ahora, estaba atascado. Pero había oído hablar de un hombre llamado Jesús que tenía el poder para sanar a su hijo. Así que caminó todo el día desde Capernaúm a Caná, encontró a Jesús y le rogó que viniera para sanar a su hijo. No insinuó que era digno de la asistencia divina, solo llegó a Cristo como un padre desesperado. El hombre no solo tenía una petición, sino también un plan de acción: los dos irían caminando a Capernaúm hasta llegar al niño moribundo. La respuesta de Jesús podría sorprendernos. «¿Acaso nunca van a creer en mí a menos que vean señales milagrosas y maravillas?» (Juan 4:48 NTV). Tal vez Jesús vio una fe contingente en la petición del padre. El hombre no solo pidió ayuda, sino que también le dijo a Jesús la forma en que la ayuda debía ser administrada. Por cualquier razón, Cristo sintió que una advertencia estaba en orden. Jesús le dijo que se fuera a casa y que su hijo viviría. No se ofreció a ir con él. Este fue el momento en que el hombre tomó la decisión de creer en la palabra hablada de Cristo. Como resultado, no solo el niño fue curado, sino que el milagro también resultó en la fe salvadora de toda la casa. El milagro vivificante de la sanidad del niño fue a corto plazo. Pero el milagro de fe de Jesús fue eterno. Aquellos en la casa del hombre recibieron la vida eterna. Más adelante, en Juan 5:1-15, leemos la historia acerca de un hombre paralizado junto al estanque de Betesda. Como escribe Juan: «Un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese» (versículo 4 RVR1960). El hombre había permanecido en esa condición durante treinta y ocho años. Jesús vio la necesidad que el hombre tenía de una sanidad física. Pero también vio una necesidad más profunda. Le llevo a preguntarle al hombre: «¿Quieres quedar sano?» (versículo 6 NVI). Jesús vio que el hombre necesitaba desatascarse. Necesitaba ser motivado para actuar con fe. Jesús satisfizo ambas necesidades. Sentirse atascado es a menudo una cuestión de una oración aún no contestada, o una oración no contestada de la manera en que yo la pedí. ¿Cómo caminamos por la fe cuando estamos ciegos a la solución? Puede que Cristo no nos revele todas las respuestas que deseamos tener, pero sí nos asegura: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré» (Hebreos 13:5 NVI). Tal vez la respuesta venga de este lado del cielo. Tal vez te espere del otro lado. De cualquier manera, Dios está tan cerca como nuestro próximo aliento. Más cerca que nuestra propia piel (ver Salmo 139:7-10). Él está presente para ayudar, no para herir, dañar o dificultar. ¡Así que aguanta! No te rindas. La ayuda ha llegado. Asume que algo bueno va a pasar. Dios está obrando. ¡Él no ha terminado todavía! Fija tu brújula en la estrella polar de la promesa de Dios, y pon un pie cansado delante del otro. Jesús ha hablado. Deja que su palabra haga lo que tenía que hacer: guiarte a casa. ¿Estás listo para desatascarte? No esperes un día más para creer en el Jesús que cree en ti y comenzar la caminata; entusiásmate con la marcha. ¡Verás lo que Dios hará! Responde Describe un momento en el que te has sentido atrapado entre una oración y la respuesta de Dios. ¿Cómo fue tu relación con él en ese momento? ¿Cómo puede cambiar tu andar por fe si crees lo que dice la palabra de Dios? ¿En qué área de tu vida te gustaría pasar de estar «atascado» a caminar con fe? ¿Cómo influye en este proceso tu comprensión del amor de Dios y el interés específico que él tiene en tu vida?
16 abr, 2024
«Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, las cuales no están registradas en este libro. Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida» (Juan 20:30-31 NVI). Tal vez conozcas la espiral descendente de sentirte solo y no amado. Si conoces este sentimiento quiero decirte que no estás solo, y con esto no quiero decir que no eres el único en sentirte de este modo, sino que literalmente no estás solo. ¿Esa cruda y oscura sensación de aislamiento e impotencia? No está aquí para quedarse. La verdad es que nunca estás verdaderamente solo cuando Jesús está en tu vida (ver Mateo 28:20). Puedes creer en la tierna presencia y el gran poder de Cristo. Puedes confiar en que Dios te cargará en sus brazos. Puedes saber que eres más fuerte de lo que crees porque Dios está más cerca de lo que piensas. Jesús quiere mostrarte un Dios milagroso que te ama, se preocupa por ti y llega para socorrerte. Juan responde a muchas de nuestras preguntas sobre la presencia de Dios a través de los milagros vivificantes de Jesús que presenta en su Evangelio. El propósito de estos milagros, como él escribe, es para que podamos tener una creencia vivificante y una fe abundante, robusta y resiliente (ver Juan 20:31). La vida se manifiesta cuando creemos. Las señales que Juan relata pretenden despertar la convicción en esta promesa: nunca, nunca estamos solos. A través de esta fe, encontramos una fuerza más allá de nuestra fuerza. Cumplimos tareas que están más allá de nuestra capacidad. Vemos soluciones más allá de nuestra sabiduría. La creencia ocurre cuando ponemos nuestra confianza en Dios. Es una decisión de apoyarse completamente en la fuerza de un Salvador vivo y amoroso. Los milagros citados por Juan están diseñados para servirnos como muestras del libro de jugadas de Dios. Todos los eventos que él relata están juntos como una sola voz, llamándonos a levantar nuestros ojos y abrir nuestro corazón a la posibilidad—de hecho, la realidad—de que la mayor fuerza en el universo es de Aquel que tiene buenas intenciones y nos trae esperanza. En estos días de crisis, aislamiento y depresión, este mensaje es más necesario que nunca. Queremos hacer saber que alguien se interesa. El apóstol Juan quiere que sepamos que a Dios le importa. Podemos creer en la fortaleza de este Dios amoroso. Tú y yo anhelamos a alguien que nos encuentre en medio del caos de la vida. Anhelamos creer en un Dios vivo, amoroso, que obra milagros, que no pensará dos veces antes de meterse en nuestros líos y sacarnos de ellos. El primer milagro que relata Juan, el de Jesús convirtiendo el agua en vino (ver Juan 2:1-12), nos da esa esperanza. Jesús estaba dispuesto a usar su poder divino para convertir el agua en vino en una boda, simplemente para que la familia de la pareja que se casaba no fuera avergonzara ni tuviera vergüenza. Si estaba dispuesto a hacer esto, ¿cuánto más dispuesto estaría a intervenir en los asuntos más importantes de la vida? El milagro del agua convertida en vino nos da este mensaje: nuestras provisiones menguantes, por insignificantes que sean, son importantes para el cielo. Dios quiere que sepamos que podemos llevarle nuestras necesidades - todas nuestras necesidades - a él (ver Filipenses 4:6). Le corresponde a él, como nuestro Padre celestial, atender las necesidades y responder a nuestras peticiones, sus hijos. Por tanto, te hago esta pregunta: «¿Le has pedido? ¿Has convertido tu déficit en una oración?». Jesús adaptará una respuesta exacta para tu necesidad. Él no es un cocinero de comida rápida, sino un consumado chef que prepara bendiciones únicas para situaciones únicas (ver Lucas 4:40). Una oración exacta le da a Cristo la oportunidad de eliminar toda duda sobre su amor e interés. Tu problema se convierte en su camino. El desafío que enfrentas se convierte en un lienzo sobre el cual él puede demostrar su mejor obra. Así que presenta una simple oración y confía el problema a Cristo. Pon a Jesús a cargo de tu problema y confía en que él hará lo correcto (ver Juan 2:5-10 y Efesios 3:20). Responde ¿Cómo cambia tu perspectiva de la vida y la fe cuando te sientes solo o aislado? ¿Cómo te acercas a Dios cuando tienes una necesidad específica, sin importar cuán grande o pequeña sea? ¿Cómo has visto la respuesta milagrosa de Dios a una oración? ¿Cómo describirías tu fe en el deseo y la capacidad de Dios para amarte y cuidarte abundantemente? ¿Cómo dicta tu fe la plenitud de tu vida (según se describe en Juan 20:31)?
15 abr, 2024
Jeff Kinley, experto en profecía y autor de libros como "El gran final de Dios" y 'El fin del mundo según Jesús de Nazaret", ha abordado estas tendencias y explicado lo que realmente dice la Biblia al respecto y por qué es relevante. Según Kinley, es importante que los cristianos presten atención a la situación actual en Israel, donde la nación está enfrentando una intensa lucha contra Hamás, Hezbolá e Irán. Para comprender lo que realmente está ocurriendo, es fundamental centrarse en este conflicto y en la región en general, afirmó que en la Biblia se menciona que las naciones se unirán en contra de Israel en el futuro, y se cuestionó si los eventos actuales podrían ser el preludio de los sucesos profetizados por Cristo y otros. Sabemos que se producirá una invasión. Va a suceder en los últimos días, cuando Israel se sienta seguro en la tierra. Obviamente, ella no se siente segura en este momento, pero creo que estas piezas del tablero de ajedrez se están colocando en su lugar, con Irán, Turquía, Irak, Rusia incluso llegando al sur con activos, en Siria y estos representantes Hamás y Hezbolá de Irán simplemente están allanando el camino”, finalizó
11 abr, 2024
Un amigo quien formó parte de las fuerzas militares de mi país por muchos años, me envió un material que habla del liderazgo militar. En pocas palabras, el texto define que no hay liderazgo y autoridad sin sujeción a los rangos superiores, representados por los comandantes y el estado mayor, los cuales deben garantizar que sus decisiones y acciones cumplan con las leyes y normas del país que representan. Lo mismo sucede en el ámbito espiritual; no hay poder, liderazgo y autoridad si no nos rendimos completamente al Señorío de nuestro comandante en jefe, Jesucristo; Rey de reyes y Señor de señores, y cumplimos fielmente todo lo que el Reino de Dios representa (Ap. 19:11-16, Ga. 2:20, Ro. 6:13, Mt. 7: 21-23). Un soldado de Cristo no puede luchar eficazmente contra las fuerzas del mal, si primero no se asegura de tener toda la armadura espiritual puesta y haber examinado su vida con la intención de no darle una oportunidad al enemigo para que lo neutralice rápidamente o sea descalificado para la batalla por causa de algún pecado oculto (Efe. 6:10-18, 2 Co. 13:5-7, Pr. 28:13, Ez. 8:12). En el ámbito terrenal, el rey Saúl fue descalificado por Dios, no solo por desobedecer sus órdenes directas, sino porque el orgullo lo había cegado de tal manera que se había olvidado bajo el mando de quién reinaba; pues en lugar de seguir las instrucciones de Dios, seguía sus propios intereses (1 Sam. 15:1-31). En el ámbito espiritual, el Lucero de la Mañana quien fuera creado en el Edén de Dios, revestido de esplendor y nombrado querubín protector; fue descalificado y expulsado del trono celestial porque permitió que la maldad hallara cabida en su corazón a tal punto de elaborar y creer la mentira de ser un dios en sí mismo. Satanás cayó del cielo por su pecado de arrogancia y la egoísta audacia de querer obrar separado de Su Hacedor (Ez. 28:1-19, Is. 14:4-27, Lc. 10:18). Recuerda, “La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría.” Por tanto, asegúrate de rendirte completamente a Cristo y obedecerle en todo lo que te pida, antes de querer enfrentar cualquier batalla espiritual (1 Sam 15:23). Martin Lutero dijo, “Yo he preferido ser obediente, que ser capaz de hacer milagros.”
10 abr, 2024
“El propósito del ladrón es robar, matar y destruir; mi propósito es darles una vida plena y abundante”. (Juan 10:10) Aunque no me gusta darle tanta importancia y poner de nuevo en circulación por medio de su exagerada mención a un diablo ya derrotado, si soy consciente que tenemos un enemigo real cuyo principal objetivo es robar, matar y destruir. Desde que nacemos, el diablo comenzó a elaborar todo tipo de ataques en contra nuestra, con tal de que no pudiéramos ver la luz del glorioso evangelio de Jesucristo; tristemente muchas personas sucumben a sus ardides y terminan siendo seducidos a vivir una vida alejada de su Creador y sirviendo a los intereses del enemigo de nuestras almas. Nuestro adversario sabe que no podrá atacarnos para siempre, así que está aprovechando al máximo el tiempo que tiene. Apocalipsis 12:12 dice que Satanás "Está lleno de furia, porque sabe que le queda poco tiempo". Lo esperanzador para ti es saber que en el mismo instante en que entregas tu vida a Dios y te rindes al Señorío de Cristo, tu Padre Celestial envía a tu corazón el Espíritu Santo a morar en tu interior y Él te sella con su presencia, es decir, Él te reclama como propiedad suya y el diablo no tiene más dominio sobre tu vida. Las escrituras también nos advierten que nuestra lucha no es con seres humanos, sino con principados y autoridades que operan en rebelión bajo los reinos del mundo invisible, también contra fuerzas de demonios y espíritus malignos que sumergen al mundo en oscuridad (Ef. 6:12). Cuando tomas la decisión de desarrollar una relación con Jesucristo, automáticamente te conviertes también en un soldado de Su ejército y como soldado de Cristo, Él pone a tu disposición armas defensivas y ofensivas con las cuales podrás enfrentar las batallas de la fe y experimentar la victoria en la guerra espiritual. Descubre en las próximas reflexiones cómo mantenerte en estrecha comunicación con tu comandante celestial y obedecer Sus órdenes, para enfrentar las batallas contra las fuerzas del mal cuando sea necesario.
04 abr, 2024
Florecer es una promesa de parte de Dios para el justo, aquel que tiene la vida de Dios indudablemente florecerá. A lo largo de las escrituras encontramos una y otra vez esta promesa cumpliéndose en la vida de cada uno de los justos. No importa el comienzo de la historia, los años que tuviesen que andar en sequía, las adversidades que enfrentarían, al final de sus vidas, la historia se repetiría una y otra vez, VIDAS FLORECIENTES Y FRUCTÍFERAS, fruto abundante para Dios. Estas frases del Apóstol Pablo nos demuestra el secreto de su fertilidad en el reino de Dios. «Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí y lo que ahora vivo lo vivo en la fe del hijo del hombre…». «En mi cuerpo llevo las marcas de la cruz de Cristo». La muerte de Lázaro dio fruto abundante para el reino de Dios, después de morir literalmente, aunque sus hermanas sufrieron, lloraron y se frustraron por la pérdida de su hermano. Cuando Lázaro resucitó muchos creyeron en Jesús a causa de ese evidente milagro, al punto que los fariseos buscaban nuevamente su muerte debido a la cantidad de gente que abandonaba el judaísmo para seguir a Jesús por el impacto del milagro de la resurrección. José sufrió «la muerte» en vida, debido a todo aquello que experimentó desde su temprana juventud, primero a mano de sus hermanos, siendo lanzado a un pozo para después ser vendido a un grupo de mercaderes. Para su padre Jacob, José literalmente había muerto. Después viviría las injusticias en la casa de su amo en Egipto, pero al final de la historia una vez más la promesa de Dios se cumpliría, el justo florecerá. José «FLORECIÓ» en la tierra a la que llegó como esclavo, llegó a ser segundo después de faraón y no se alzaba una mano ni un pie en Egipto sin él saberlo.
03 abr, 2024
Jesús vino a la tierra, en forma de hombre siendo Dios, vivió 33 años en esta tierra y dependiendo de a quién le preguntes podrá responderte qué clase de vida vivió Jesús. Seguramente si preguntáramos a alguien no creyente te diría que en su vida no logró mucho, ya que pudo ser un rey poderoso, utilizar su influencia para conquistar reinos, tener una gran cantidad de descendientes, rodearse de bellas mujeres, haber realizado banquetes de grandes magnitudes, disfrutado de los deleites que se podrían permitir los poderosos reyes de su época, pero no lo hizo. Ahora bien, para alguien que ha experimentado el perdón de sus pecados, la salvación y el nuevo nacimiento por medio de la fe en Jesús, sabe que la vida de Jesús en la tierra fue una vida fructífera en gran manera. Lo que hizo que la vida de Jesús fuese fructífera en la tierra, fue que en ningún momento de su vida vivió para sí mismo, ni para su agenda personal, por el contrario, Jesús SEMBRÓ su vida entera en la tierra como ser humano en pos de la voluntad de Dios, la salvación de la humanidad. Siendo Rey de la creación se hizo siervo de los hombres, siendo santo llevó el pecado de la humanidad sobre sus hombros, fue menospreciado, traicionado, perseguido y finalmente crucificado por causa del pecado que condenaba a perdición eterna y la separación de la humanidad de Dios, no murió por su propia salvación sino por la salvación tuya y mía. Si bien es cierto que su muerte estuvo rodeada de dolor, soledad y lágrimas. Su muerte no sería en vano en lo absoluto, con su resurrección vendrían una cantidad de beneficios inherentes a su vida de humillación obediencia y dolor, que hoy podemos disfrutar en abundancia.
02 abr, 2024
Dios ha creado el mundo y lo ha sujetado a leyes naturales y espirituales según su sabiduría para el correcto funcionamiento de este mismo y los seres que lo habitan. Es necesario de nuestra parte conocer cómo funcionan estas leyes como ciudadanos de este mundo, para poder orientarnos en nuestro transitar por la vida, y no vernos afectados por estas leyes, sino por el contrario utilizar para nuestro propio cuidado y beneficio. Desde el comienzo de los cielos y la tierra Dios dio al hombre instrucciones y sabiduría para trabajar la tierra, obteniendo por medio de la ley de la siembra y la cosecha, frutos para el mantenimiento de las familias y sustento de la sociedad hasta la actualidad. Para poder obtener este beneficio el labrador debe «sembrar» [arrojar y esparcir en tierra] semillas del fruto que un día espera cosechar. Dios estableció esta ley no solo para el mundo natural sino también para la vida espiritual, y espera de todo aquel hijo/a suyo que esté de mucho fruto. En los siguientes días veremos cómo podemos ser fructíferos en el Señor.
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