2 Corintios 3:17-18 nos dice que el Señor es el Espíritu, que el Espíritu es la acción del Señor. A través del Espíritu Santo recibimos:
Libertad.
Transformación a la semejanza de Cristo.
Consuelo, ¡nos acompaña siempre! (Juan 14:16)
Enseñanzas, recordatorios de las cosas relacionadas al Padre. (Juan 14:16)
Quienes aman a Jesús y obedecen su Palabra reciben de Dios el Espíritu Santo. Al unirnos al Señor nos hacemos uno con su Espíritu:
Dios derrama Su amor en nosotros.
Podemos testificar de la Presencia de Dios en nosotros, ¡le pertenecemos!
Cuando el Espíritu Santo no habita en nosotros, nos dejamos llevar por nuestros propios instintos, conformándonos más como el mundo y separándonos de Cristo. Por esto, es necesario esforzarnos por mantener la unidad con el Espíritu Santo:
Manteniéndonos en el amor de Dios.
Edificándonos en la fe de Dios.
Orando en el Espíritu Santo.
Esperando la venida de Jesús.
Compadeciéndonos de los que dudan.
Aborreciendo las obras de los que dudan.
¡Ejercitémonos constantemente en discernir y obedecer la voluntad de Dios para nosotros!
“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos.” (Salmo 143:10)