La historia comienza ubicando al lector en una aldea, Betania, donde viven dos hermanas, Marta y María. El núcleo familiar constituido por María, Marta y Lázaro, era visitado por Jesús con frecuencia. Toda vez que visitaba Betania, se detenía en la casa de ellos, ya que les unían grandes lazos de amistad. El autor del libro recuerda a los lectores que María en una ocasión anterior había derramado un perfume muy costoso sobre el Señor y lavado sus pies con sus cabellos. Esta mención es un ejemplo de que toda acción positiva que hacemos, cada día, está siempre presente en la mente de Dios. Nuestro Padre celestial no se olvida del bien que hacemos y a su tiempo cosecharemos el fruto de nuestras acciones, sea en este siglo o en el venidero.

Lázaro enferma y las hermanas envían un mensajero al Señor para notificarle de la enfermedad de su hermano, en especial, porque saben que él ama mucho a Lázaro. En este pasaje la palabra griega corresponde al amor filial, al amor que existe entre los miembros de una familia. En otras palabras le estaban diciendo, Lázaro, al que amas como a un hermano, ha enfermado y se ve muy mal.

Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. (versos 4-6)

Cuando los mensajeros traen la noticia a Jesús, él inmediatamente les indica que esta situación difícil que atraviesa Lázaro no es para muerte. Es una situación donde Jesús mostrará que es el Hijo de Dios y a través de ello dará gloria a su Padre. El autor vuelve a indicar que Jesús amaba a todos los miembros de esta pequeña familia. No importa cuan pequeños seamos, Jesús nos ama. El Señor no se puso ansioso, no se desesperó ni angustió. Al contrario, confiado en que tenía control sobre la situación, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. ¿Qué desilusión para los mensajeros? Posiblemente, ellos esperaban que Jesús saliera corriendo para la casa de Lázaro, sin embargo, decidió quedarse dos días más donde estaba. Son muchas las instancias donde lo que esperamos que Dios haga no es lo que él entiende que debe hacer; puesto que no es lo mejor. Hay situaciones que nos producen mucha tristeza y quizás angustia, sin embargo son para la gloria de Dios. Tenemos que aprender a confiar en que Dios tiene cuidado de nosotros y que a su debido tiempo intervendrá y proveerá para resolver la situación difícil en la que nos encontremos.

Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. (versos 11-15).

Pasados los dos días, Jesús decide ir a la casa de Lázaro. En este momento ya Lázaro ha muerto y Jesús dice a los apóstoles que va a despertarlo. En este contexto Jesús no se refiere al sueño sino a la muerte física; donde el alma se separa del cuerpo físico. Jesús dice a los apóstoles que se alegra por ellos, de no haber estado cuando Lázaro convalecía. ¿En que sentido se alegra por ellos? Si hubiese estado allí, lo habría sanado y Lázaro no habría muerto. Este milagro de sanidad no les habría impactado mucho puesto que sería uno más de los que ya había realizado. Sin embargo, levantarlo de su tumba, cuatro días después de muerto, haría un huella inolvidable en la vida de los que presenciaron el evento y en especial en la vida de los discípulos. ¿Quién es este que ni aún la muerte lo puede detener? La resurrección de Lázaro sería un evento que solidificaría la fe de los apóstoles; evento que apuntaría hacia la realidad de que Jesús es el Hijo de Dios.

Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. (versos 17-22)

La casa estaba llena de gente puesto que todos amaban mucho a esta familia. Marta sale al encuentro del Maestro y le dice “Señor si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto.” Posiblemente, algunas personas pensaron que había llegado muy tarde. El cuerpo de Lázaro había iniciado su proceso de descomposición. Pero, ¿llegó tarde el Señor? La respuesta es simple y sencilla, no. Él estuvo y estaba con la familia en todo el proceso de la enfermedad y muerte de Lázaro. Por esta razón, cuando le fueron a dar la noticia, el dijo, “No es de muerte sino para la gloria de Dios”. ¿Cuántas veces hemos llegado a pensar que no está? Sin embargo, nos está guiando paso a paso. Marta reconoce que si Jesús hubiese estado presente físicamente, Lázaro no habría muerto. Luego declara con toda seguridad “pero aún así estoy convencida de que todo lo que le pidas a Dios te será concedido”. Que convicción profunda tiene esta mujer.

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. (versos 23-27)

En Juan 5:29, el apóstol indica que hay dos resurrecciones; “los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida (primera resurrección); mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación (segunda resurrección)”. La primera resurrección comienza en el rapto de la iglesia y termina al final de la gran tribulación. La segunda resurrección ocurre al final del milenio, donde los que no creyeron a la verdad, serán separados de Dios por toda la eternidad. Jesús dice a Marta, no me refiero a la primera resurrección, me refiero a que “Yo soy la vida” y por tanto, él resucitará ahora, porque así lo deseo. Ningún ser humano ha dicho cosa semejante, sólo el Hijo de Dios tiene autoridad para hacerlo. Varios escritores, entre ellos C.S. Lewis, han señalado que para hacer declaraciones como la anterior, y de hecho hizo muchas de este tipo; Jesús tenía que ser el Hijo de Dios, de lo contrario, sería un mentiroso, un manipulador y por consiguiente un mal maestro. Sin embargo, su nacimiento sobrenatural, su ejecutoria perfecta durante sus 33 años de vida y su resurrección de entre los muertos indica que él es en verdad el Hijo de Dios. Luego el Señor hace una promesa para nosotros “todo el que vive y cree en mí, no morirá eternamente.” Esta es la promesa de vida eterna que Dios nos ha hecho. Jesús le pregunta ¿lo crees? Y ella le contesta, sí tú eres el Hijo de Dios.

Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró. Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. (versos 30-36)

Marta avisa a María, y ésta fue a ver al Maestro que todavía no había entrado a la aldea. Y cuando llegó a donde estaba se arrodilló llorando y dijo “Señor si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto.” Ambas, Marta y María estaban convencidas de que si Jesús hubiese estado con ellos, Lázaro no habría muerto. Esta familia estaba convencida de que Jesús sanaba a los enfermos, no importa cuán compleja fuera la enfermedad. Cuando Jesús vio llorando a María, junto a los judíos que vinieron con ella, que también lloraban, se conmovió profundamente en el espíritu, se entristeció y lloró. Las lágrimas de Jesús fueron reconocidas como fruto del amor que tenía por la familia y por Lázaro. El Maestro ama a sus discípulos y se entristece cuando los ve sufrir como en esta ocasión.

Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir. Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él. (versos 37-46)

La gente decía ¿No podía éste, que abrió los ojos del ciego, haber evitado también que Lázaro muriera? Claro que sí, esa fue la posición que sostuvieron Marta y María. Jesús dijo: Quitad la piedra. Marta, hermana del que había muerto, le dijo: Señor, ya hiede, porque hace cuatro días que murió. Esta declaración se puede interpretar como que en el momento de la verdad, Marta tuvo duda. Jesús le dijo: ¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios? Jesús no la trata con reproches, por el contrario, le recuerda lo que ya le había dicho, si crees en mí verás la gloria de Dios. Jesús alzó los ojos a lo alto, y dijo: Padre, te doy gracias porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que me rodea, para que crean que tú me has enviado. Jesús no tenía que decir nada, sólo tenía que ordenar; Lázaro ven fuera. Sin embargo, conociendo la debilidad de los presentes, habló al Padre para recordarles que fue él quién lo envió y por consiguiente, siempre lo escucha y apoya.

Jesús siempre llega en el momento adecuado para edificar y aumentar la fe, no de unos cuántos, sino la de muchos. “Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.”
29 de diciembre de 2025
"¡Dios mío, tienes que probar esto! ¡Está increíble!", dije mientras cortaba una generosa porción de mi filete perfectamente sazonado para compartir con mi esposa. “No, está bien.” —En serio, tienes que probar esto —le dije. A regañadientes, tomó mi tenedor. Sus ojos se abrieron de par en par al probar el bocado. "¡Guau, qué rico! ¡Ahora me encantaría tener tu plato!" Has tenido esta experiencia, o una similar. Pides una bebida, un postre o una comida y no paras de hablar de ello. Publicas fotos en redes sociales. Les cuentas a tus amigos sobre este increíble restaurante. Eres un evangelista de la comida. Tradicionalmente, cuando pensamos en la Navidad, pensamos en la llegada de Jesucristo al mundo como un bebé, y así debería ser, pues marcó un punto de inflexión en la historia. Pero si tienes una relación con Jesucristo, sabes que hay otro momento que atesoras y recuerdas mientras esperas en el Señor: el día en que llegó a tu vida. En Juan 4, vislumbramos el momento decisivo de una mujer samaritana. Se presenta junto a un pozo en pleno calor del día, ansiosa por saciar su sed, pero conoce a un hombre llamado Jesús que le cuenta cosas extrañas... Le ofrece una bebida que la hará olvidar la sed. Le cuenta todo sobre su pasado, aunque ella nunca lo había conocido. Entonces, ella cree en lo que Él dice. Cree que Él es quien ha venido a salvar al pueblo de Dios. E inmediatamente deja su cántaro y corre de vuelta al pueblo para compartirlo. Es imposible evitar una verdadera experiencia con Jesús. Al igual que la samaritana tuvo su aldea, hay personas a tu alrededor que necesitan probar el agua que les quitará la sed. ¿Quién en tu vida está pasando por momentos difíciles y necesita ánimo? Esta Navidad es el momento perfecto para compartir la esperanza que has recibido a través de Jesús. Y cuando compartes, puedes celebrar con gozosa esperanza el regalo más grande: ¡Jesús, nuestro Rey y Salvador, ha venido! Si tienes fe en Jesús, tus pecados son perdonados. ¡Dios siempre está contigo! Quiere acompañarte en las dificultades y en los momentos de alegría. Dios ha prometido que Jesús regresará y restaurará el mundo: no habrá más tristeza, dolor ni quebrantamiento. Reflejar ¿Quiénes son las personas a tu alrededor que anhelan algo que satisfaga sus deseos más profundos? ¿Quienes no tienen una relación personal con Jesús? Pídele a Dios oportunidades para compartir sobre Jesús y tu testimonio con ellos. Tu testimonio es la historia de lo que Dios hizo en tu vida; puede ser un ejemplo de la gracia y la bondad de Dios para quienes te rodean. Después de conversar, invita a tu amigo a celebrar contigo el regalo de Dios en esta Navidad. Celebra hoy sabiendo que Jesús vino y regresará. Y a su regreso, como los Reyes Magos de Mateo 2:11, tendrás la oportunidad de postrarte y adorarlo. Lo mejor está por venir. ¡Feliz navidad! Orar Jesús, gracias por venir a la tierra y vivir la vida sin pecado que yo jamás podría vivir. Gracias porque, gracias a tu muerte y resurrección, abriste el camino para que yo fuera perdonado y te conociera. Gracias por el don de conocerte y ser transformado por ti. Espíritu Santo, muéstrame oportunidades para compartir con otros el evangelio y lo que has hecho en mi vida. En ti encuentro paz y gozo. Me confortas con tu presencia y me animas cuando sufro dificultades y dolor. Siempre estás conmigo. Señor, dame la valentía para compartir mi testimonio con las personas de mi vida. Quiero alabarte en esta Navidad. Amén. Únase a nosotros A Cru le gustaría ayudarte a compartir la esperanza que encontraste en Jesús. Ofrecemos contenido que invita a la reflexión y recursos seleccionados en la serie de correos electrónicos "Conoce tu historia. Comparte su historia" . Recibirás herramientas y perspectivas para compartir tu fe con confianza. Con cada correo electrónico, no solo aprendes, sino que te conviertes en un poderoso mensajero del evangelio.
27 de diciembre de 2025
Llegó diciembre, y con él llegó el aire fresco, las luces brillantes y la ilusión. Ya casi era Navidad en Buffalo, y lo único que faltaba en mi trabajo era el viejo Papá Noel. Para la fiesta de fin de año, mis compañeros de trabajo querían un Papá Noel y conocían al hombre indicado para ese papel: yo. Acepté de mala gana. Una cosa es ser Papá Noel en un centro comercial donde los niños te ven como un héroe. ¿Pero en un campus universitario? ¡Uf! Estaba tan avergonzado y molesto con mis compañeros de trabajo, pero cuando llegó el momento de disfrazarme, nada de eso importó. Ya no era Thomas Rodrigues. Era Papá Noel. Y Papá Noel no está resentido. No se cree demasiado genial para ser Papá Noel. Papá Noel es alegre. Papá Noel es generoso. Papá Noel siempre está dispuesto a todo. Para prosperar, tuve que olvidarme de que era Thomas y aceptar la chaqueta sudada y la barba que picaba como propias. Ese día, me convertí en Papá Noel. La vida cristiana es similar. En Colosenses 3, Pablo nos instruye a despojarnos de la vieja manera de vivir y revestirnos de la nueva. ¿Por qué? Porque ya no somos así. Ya no vestimos nuestras viejas vestiduras de pecado y quebrantamiento. Somos "escogidos de Dios" y "santos y amados por Dios". Al recibir, con fe, el mayor regalo de Dios, Jesús, recibimos una nueva naturaleza. Los elegidos de Dios no necesitan ser controlados por el mal deseo. Los seres queridos no necesitan guardar rencor. Como cristianos, ya no somos terrenales, sino elegidos, santos y amados. ¡Adelante, ponte eso! Reflejar Dios nos dice en su Palabra que si eres seguidor de Jesús, has sido elegido por Dios mismo. Nos dice que ahora eres santo y eres su amado. ¿Alguna vez te resistes a esas verdades? ¿Qué parte de ser elegido, santo y amado te resulta difícil de aceptar? El Espíritu Santo nos ayuda a creer en las verdades de la Biblia y nos capacita para vivirlas. Pídele que te muestre cómo es caminar de la mano con Él. Orar Señor, ¿me ayudarás a creer lo que dices de mí? Dices que soy santo, elegido y amado. Espíritu Santo, ¿caminarás conmigo cada día y me ayudarás a vivir como santo, elegido y amado? Quiero revestirme de mi nueva naturaleza y alejarme del pecado. Quiero conocerte más, Jesús. Ayúdame a buscarte cada día. Gracias por tu gracia y poder para vivir en amor.
26 de diciembre de 2025
Una escena ocurrida en la tienda H‑E‑B de Burleson se ha vuelto viral por mostrar el lado más humano del servicio al cliente. Durante una jornada con alta afluencia, Partners de la tienda actuaron con calma, empatía y profesionalismo, brindando apoyo y respeto a los clientes en todo momento. La propia empresa confirmó lo sucedido y reconoció el compromiso de su equipo, agradeciendo el respaldo de la comunidad y enviando un mensaje de buenos deseos en estas fechas. Un recordatorio de que los pequeños actos hacen una gran diferencia.
26 de diciembre de 2025
La belleza de las luces navideñas multicolores me recuerda a los dulces M&M de chocolate. Una Nochebuena, me senté cerca del árbol de mi madre y saboreé con entusiasmo un puñado de los coloridos dulces. ¡La espera pronto terminaría y por fin podría abrir mis regalos! Con 7 años, no podía definir la "anticipación", ni mucho menos escribir la palabra en una oración. Pero conocía esa sensación de emoción, asombro y esperanza. Lo que pronto vendría fue una bondad que me llenó el corazón de alegría. La práctica de esperar tiene sus beneficios. Tu perspectiva se enfoca. Anhelas lo que aún no ha llegado. Crees, con fe, en lo que llegará en el momento perfecto. Mediante el don de su Hijo, Jesús, Dios cumple la eterna expectativa del deseo de tu corazón, algo que solo Él puede hacer. Los Reyes Magos de Mateo 2, que buscaban al Salvador del mundo, sintieron esta expectativa al buscar a Jesús. Y cuando lo encontraron, respondieron con sincera adoración, porque esto es lo que sucede cuando tu esperanza en Dios se cumple: Él te llena de un gozo indescriptible. Reflejar ¿Qué esperas para esta Navidad? ¿Hay alguna relación que te haya dejado insatisfecho? Orar Señor, sentimos emoción, asombro y esperanza al recordar que regresas por nosotros. ¿Nos ayudarás a depositar nuestra esperanza en ti en medio de circunstancias difíciles? A veces nos sentimos muy abrumados. ¿Nos consolarás con tu amor y paz? Gracias por recordarnos tus promesas y darnos el regalo de una alegría indescriptible. Hoy celebramos tu venida a la tierra para salvarnos. Gracias, Jesús. Amén.
25 de diciembre de 2025
¿Hasta cuándo, Señor, seguiremos sintiendo los efectos del pecado en el mundo? ¿Hasta cuándo las comunidades marginadas sufrirán tanto dolor? ¿Hasta cuándo la gente de nuestro país, e incluso la iglesia, vivirá en tal desunión? Aún no he escuchado ninguna respuesta a estas preguntas. Pero encuentro consuelo en este salmo, no porque ofrezca respuestas, sino porque redirige mi preocupación. Durante los primeros dos tercios de este breve salmo, el autor David se lamenta por no comprender el tiempo de Dios. Clama por la liberación de sus enemigos. Pero entonces David responde recordando quién es Dios. No declara su confianza en el tiempo de Dios, sino en su amor inquebrantable. David confía en quién sabe que es Dios: amoroso y bondadoso. Y confía en la promesa que Dios le dio: Dios lo salvaría. Así como Dios consoló y aseguró a David, hoy nos ofrece su amor inquebrantable a ti y a mí. Dios nos invita a compartir nuestras ansiedades con él, porque se preocupa por nosotros (1 Pedro 5:7). Quiere estar con nosotros en nuestro dolor, miedo y situaciones difíciles. La Navidad no se trata simplemente de celebrar lo que Dios hizo hace miles de años, sino de lo que está haciendo por ti cuando confías en su Hijo. Jesús es Emanuel, Dios contigo, aquí y ahora. Mientras prepara su corazón para la celebración del nacimiento de Jesús, recuerde y reflexione sobre quién es Jesús y lo que hizo por usted: le dio libertad del pecado y restauró su relación con Dios. Dios nos dio el regalo más grande: Él mismo. Reflejar Reflexiona sobre 1 Pedro 5:7: «Echad sobre él todas vuestras ansiedades, porque él cuida de vosotros». En una hoja de papel, anota todas las preocupaciones que se te ocurran. Lee y escribe Filipenses 4:6-7 en la lista. Entrégale todas esas preocupaciones a Dios. Dale gracias por encargarse de ellas. Demuestra que estás dispuesto a dejarlas ir rompiendo la lista y tirándola a la basura. Luego, tómate un tiempo para mirar hacia adelante al día de hoy. Orar Padre, gracias por cuidar cada detalle de mi vida. Tú eres Emanuel, Dios con nosotros, y me acompañas en todo lo que hago. Señor, eres tan amoroso y bondadoso. Sé que un día ya no habrá más enfermedad, dolor ni injusticia; pero ahora mismo siento tristeza y dolor. Ayúdame a mantener la alegría en mi corazón en medio de las circunstancias difíciles. ¿Nos consolarás mientras esperamos tu regreso? Gracias por venir a salvarnos. Te amamos. Amén.
24 de diciembre de 2025
Sabía que estaba mal, pero aun así tomé la guitarra de Sean, su posesión más preciada. Estaba en clase, y la tentación de ganarme la confianza de mis amigos de primer año burlándome de él a sus espaldas era irresistible. Así que puse mi mejor cara de Sean y rasgueé varias notas contundentes. Entonces una cuerda se rompió y me quedé congelado. Mis amigos se echaron a reír, pero yo me quedé ahí parado como un animal en una trampa. Quizás conozcas esa sensación: has dicho o hecho algo de lo que te arrepientes de inmediato, y una culpa ineludible te invade. No pudiste ocultar ni cambiar la situación. Quedaste atrapado en la trampa, expuesto. Según la Biblia, la ley del Antiguo Testamento se dio para producir un efecto similar. Establece un estándar de justicia imposible de alcanzar. Muestra cuán bueno es Dios y, en marcado contraste, cuán deficientes somos nosotros. Cuando sabes qué hacer y fallas constantemente, terminas sintiéndote acorralado y expuesto, como me sentí yo al sostener la guitarra de Sean. Las normas de la ley se convierten en una avalancha: cada instrucción es una bola de nieve que cae en cascada, una tras otra, hasta que quedas sepultado bajo el peso abrumador de la maldición de la ley. Sin embargo, la ley contiene indicios de que nosotros, quienes continuamente fallamos, no tenemos por qué ser quienes carguemos con ese peso. Estos indicios incluyen la Pascua, el sistema de sacrificios y las numerosas referencias a la misericordia de Dios para quienes se volvieron a Él y se apartaron de la maldad. El Antiguo Testamento anticipa la verdad claramente expresada en Gálatas 3:13: que un portador de maldición es nuestra esperanza y ayuda. Y esta esperanza es la razón por la que celebramos hoy: Jesucristo ha venido. Nuestra vergüenza ha sido transferida a Jesús, y mediante su perdón, somos libres. De una vez por todas, el pecado es aplastado y la muerte es derrotada (Hebreos 10:10,18). Reflejar ¿Qué palabras, acciones y errores te agobian? Compártelos con Dios. Si nunca le has pedido a Jesús que entre en tu vida y recibas su don del perdón, te invito a que consideres aceptarlo hoy. Él cargó con el castigo por todos nuestros pecados. Orar Señor, gracias por enviar a Jesús para que me ayudara a llevar mi maldición. Por favor, perdóname por lo que he hecho. Estoy muy agradecido de tener una relación personal contigo, mi Creador, mi Salvador, mi Padre. Gracias por llevar la carga de mis errores y fracasos y, a cambio, hacerme puro e irreprensible. Ayúdame a aceptar tu don de perdón y libertad.
23 de diciembre de 2025
Esta es la letra de una canción infantil popular. La letra continúa: «Soy uno de ellos, y tú también», y luego «Alabemos todos al Señor» (gritando los nombres de nuestras extremidades). Conocí la canción en la iglesia y transmite una verdad importante. Alabamos al Señor porque cumplió su palabra a Abraham. En el libro del Génesis, Dios le pidió a Abraham que fuera a una nueva tierra donde lo bendeciría, convertiría su linaje en una gran nación y bendeciría a todos los pueblos de la tierra a través de ella (Génesis 12:1-3). Abraham actuó por fe, sin saber cuándo Dios ejecutaría su plan. No vio la promesa cumplida durante su vida. Pero eligió adorar y seguir a Dios incluso cuando las circunstancias no parecían propicias. Dios finalmente cumplió su promesa de bendecir a todos los pueblos de la tierra al enviar a Jesús, nacido de la familia de Abraham, para pagar el castigo por nuestros pecados y perdonar a cada uno de nosotros que, por fe, decide creer en él y recibir su salvación. Y Él hizo otra promesa: Cuando Cristo regrese, el pecado será erradicado y todas las cosas serán hechas nuevas. Al igual que Abraham, estamos en un tiempo de espera. No sabemos cuándo Dios cumplirá esta promesa. Pero podemos perseverar sabiendo que entraremos en nuestro glorioso hogar con Dios porque Jesús fue justo por nosotros. Quienes han elegido seguir a Jesús vivirán para siempre con Dios en su familia, como hijos e hijas en la fe de Abraham. Esa es nuestra esperanza. Este don es nuestra razón para alabar al Señor. Reflejar Cuando vayas a Dios en oración, adóralo y agradécele mediante palabras, canciones u otras expresiones de gratitud por cumplir sus promesas. Orar Señor, gracias por cumplir tu promesa a Abraham al enviar a Jesús a pagar el castigo por nuestros pecados. Gracias por hacernos tantas buenas promesas y por cumplirlas siempre. Confiamos en ti cuando dices que volverás. ¿Fortalecerás nuestra fe mientras esperamos que restaures nuestro mundo? Te amamos, Señor. Gracias por amarnos tanto que nos diste a Jesús.
22 de diciembre de 2025
“Oh noche santa. Las estrellas brillan intensamente. “Es la noche del nacimiento de nuestro querido Salvador”. Cada año, cuando ayudo a mi mamá a decorar el árbol de Navidad, "Oh Holy Night" es el primer villancico que suena por los altavoces. De niña, me encantaba la melodía y la historia. Ahora, también aprecio las profundas palabras que nos transportan al corazón de la Navidad. “Durante mucho tiempo el mundo estuvo sumido en el pecado y el error, Hasta que Él apareció y el alma sintió su valor”. Estas palabras nos hablan de nuestra necesidad de un Salvador. Cuando nuestro Dios creador puso en marcha el universo, la Biblia dice que era «muy bueno» (Génesis 1:31, NVI). La humanidad fue la cumbre de la creación de Dios, hecha a su imagen para reflejarlo . Fuimos creados para prosperar. Pero la rebelión de Adán y Eva en Génesis 3 rompió nuestra relación con Dios, y el mal entró en nuestro mundo. El pecado ahora forma parte de nuestra naturaleza. Veo el pecado en mi propia vida, en nuestras comunidades y en nuestro mundo. El pecado y sus efectos en cadena son devastadores. Morimos espiritualmente ese día en el jardín, y necesitamos la intervención de Dios para resucitarnos. “Un escalofrío de esperanza, el mundo cansado se regocija, “Porque allá despunta una nueva y gloriosa mañana”. Pero en el mismo capítulo, en Génesis 3:15, comienzan las promesas de redención y restauración de Dios. Incluso cuando Adán y Eva se alejaron de Él, Él respondió con amor y esperanza. Y esta restauración será un regalo para nosotros, no algo que podamos ganar. Jesús, nuestra esperanza prometida por Dios, sufrió y murió para que pudiéramos tener una relación restaurada con Dios, ser salvos de nuestros pecados y ser sanados. Ahora anhelamos el día en que el mundo herido sea completamente restaurado por el Mesías que nació en un pesebre. Esta esperanza es el corazón de la Navidad: que recordemos y reflexionemos sobre la esperanza que tenemos porque Jesús, el mayor regalo de Dios, vino a la tierra para salvarnos a cada uno de nosotros. Ahora, tú y yo podemos experimentar una esperanza gozosa mientras esperamos con ansias que Dios cumpla su promesa: que Jesús regrese y restaure a la humanidad y a nuestro mundo a la bondad que Dios quiso desde el principio de la creación. Que el mundo cansado se regocije. Reflejar ¿Dónde necesitas que Dios intervenga en tu vida ahora mismo? ¿Dónde necesitas la esperanza que Dios te ofrece? ¿Qué esperanza puede darte Emanuel, «Dios con nosotros», para el futuro? Ora y pídele a Dios que te dé esa esperanza hoy. Orar Padre, el mundo está cansado y anhelamos esperanza. Confieso el quebrantamiento de mi corazón y veo la destrucción del pecado en todo el mundo. Dios, gracias por amarnos tanto que enviaste a Jesús al mundo para salvarnos. Tú eres Dios con nosotros. Gracias porque, gracias a Jesús, ahora puedo tener una relación contigo. Restaura mi esperanza. Restaura el mundo.
19 de diciembre de 2025
🌿 Reflexión: El Adviento culmina con el amor, porque todo comienza y termina en el amor de Dios. Un amor que no se quedó en palabras, sino que se hizo persona en Jesús. Este amor nos llama a abrir el corazón, a perdonar, a acercarnos a los que hemos alejado y a compartir la esperanza del Evangelio. Si Dios nos amó primero, también nosotros estamos llamados a amar —a reflejar su luz en un mundo que necesita ternura y compasión. 💬 Preguntas para aplicar: ¿Cómo puedes demostrar el amor de Dios a alguien de forma práctica esta semana? ¿A quién podrías invitar a vivir contigo el verdadero sentido de la Navidad? 🎁 Comparte el mensaje El Adviento no se vive en soledad. Envía este devocional a tus amigos, familiares o compañeros de iglesia. Que juntos podamos esperar con esperanza, vivir en paz, disfrutar del gozo y reflejar el amor de Cristo en esta Navidad. 💫
18 de diciembre de 2025
🌿 Reflexión: El gozo del Señor no depende de lo que tenemos, sino de quién está con nosotros. En esta tercera semana —la del Domingo de la Alegría— recordamos que el nacimiento de Jesús trajo un gozo que nada ni nadie puede quitar. Aun en medio de los retos, el gozo de Cristo nos sostiene. Es un gozo que transforma las lágrimas en esperanza y los días grises en oportunidades para agradecer. 💬 Preguntas para aplicar: ¿Qué cosas simples te han dado alegría últimamente y te recuerdan la bondad de Dios? ¿Con quién podrías compartir una palabra o canción que le devuelva el gozo?
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